Es un método práctico, sencillo y eficaz para aprender a eliminar tensiones inapropiadas que interfieren con el natural buen funcionamiento de nuestro organismo. Su aplicación nos permite obtener un mayor rendimiento tanto a nivel físico como mental.
Los malos hábitos.
Sentados, de pie, caminando o escribiendo en un teclado, en cualquier situación de la vida cotidiana es bastante probable que estemos empleando mucha más tensión de la que es realmente necesaria para realizar la tarea que estemos llevando a cabo, sea la que sea. Lo hacemos sin darnos cuenta. No somos conscientes de ello. Nos hemos “acostumbrado” a funcionar así.
Este exceso de presión en el organismo, que se traduce en distorsiones de la figura y en malas posturas, además de suponer un problema de coordinación y un despilfarro de energía, puede acabar causando dolor y haciendo daño: provocando dolores musculares, cefaleas, trastornos del sistema digestivo, circulatorio, problemas respiratorios y vocales.
Este exceso de tensión al funcionar es una costumbre, un hábito, un mal hábito que acompaña al ser humano a lo largo de casi toda su vida, a excepción de los primeros años de la infancia. No nacemos con él, se adquiere, se “aprende”, y como todo lo que se aprende es susceptible de ser “desaprendido”.
Los beneficios.
La Técnica Alexander ayuda a tomar conciencia de todas esas tensiones excesivas e innecesarias que forman parte de nuestro funcionamiento cotidiano, habitual, y nos da herramientas para modificar nuestra respuesta a los diferentes estímulos del vivir diario, para “desaprender” los viejos hábitos y empezar a operar de una forma diferente, nueva, más natural, más eficaz y más fácil.
Como consecuencia de ello tienden a aliviarse las dolencias del tipo que mencionábamos antes: cefaleas, dolores de espalda, cervicales, lumbalgias, deterioro de las articulaciones, dificultades respiratorias, afonías…
Y más allá de los beneficios que podamos rescatar en lo que a salud y bienestar se refiere, La Técnica Alexander, desde una perspectiva holística que considera la integración mente-cuerpo, supone una oportunidad de crecimiento y desarrollo personal para todo aquel que desee mejorar la conexión consigo mismo y el control de la propia vida. La Técnica te enseña a parar, pensar y elegir.
Se cultiva y se refina la percepción, se desarrolla la atención, se mejora la coordinación y el equilibrio. Estas son algunas de las razones por las que aquellos que utilizan su cuerpo como herramienta de trabajo, actores, bailarines, músicos y deportistas, acuden a las clases.
Pero cualquier persona, sea cual sea su edad, condición o estado de salud, que desee crecer y perfeccionarse está llamada a beneficiarse del trabajo. Le ayudará a moverse, vivir, con mayor facilidad y libertad.