LA TÉCNICA ALEXANDER Y LA CUESTIÓN DE LOS FINES Y LOS MEDIOS

La cuestión de los fines y los medios, si el fin justifica los medios y si los medios elegidos determinan la naturaleza del fin, es un tema que viene preocupando al ser humano desde hace siglos. Desde Aristóteles en la Antigua Grecia hasta Aldous Huxley ya en el siglo XX, pasando por Maquiavelo, Kant y su respeto por los principios, Stuart Mill y su utilitarismo, todo el mundo, hasta Napoleón, parece haber dicho lo suyo al respecto; y el problema sigue sin resolver. Así que, adentrarse ahí es meterse en un terreno pantanoso del que puede resultar difícil salir. No es mi intención.

Si toco esta materia es por la sencilla razón de que F.M. Alexander, en sus escritos, aquí y allá, va dejando caer expresiones del tipo “Consecución de Fines”  “Medios por los Cuales” referidas  a la naturaleza de su trabajo, formando parte de su explicación de la Técnica. Y es eso lo que nos interesa, el sentido que tienen esos términos en el marco de lo que es la  práctica de la Técnica Alexander.

Sintetizando mucho, lo que Alexander nos viene a decir es que esas dos expresiones representan dos concepciones distintas, mejor aún opuestas, asociadas con dos diferentes y opuestas maneras de proceder.

Alexander parte de que el “uso” que hacemos de nuestro propio organismo no es satisfactorio, de que hemos incorporado hábitos, malos hábitos, que se activan automáticamente cuando nos disponemos a entrar en acción, y que se convierten en obstáculos, interferencias con el normal funcionamiento de los mecanismos corporales de equilibrio y coordinación que nos impiden alcanzar nuestros fines de manera eficaz y satisfactoria.

Dicho esto, cuando alguien opera de acuerdo con lo que es la primera concepción y manera de proceder, la de la “Consecución de Fines”, entiende que cuando se desea alcanzar un fin, todo lo que necesita hacer es poner en marcha esos mecanismos corporales, movilizarse según su instinto le dicte e ir directamente a por el fin, sin tener en cuenta los posibles efectos perniciosos que, debidos al mal uso, aparecerán  en el camino, sin detenerse a considerar si los medios que se van a emplear son o no los mejores para el propósito.

Por el contrario, cuando alguien opera de acuerdo con lo que es la segunda concepción, la de los “Medios por los Cuales”, reconoce que el mal “uso” existe, que la interferencia está ahí,  y que si vamos directamente a por el fin, enviaremos a los mecanismos corporales los mensajes familiares, habituales, que desencadenan ese mal “uso”. Que se hace necesario detenerse a razonar, considerar la posibilidad de evitar que se envíen esos mensajes (Inhibición) propiciando así el que puedan ser sustituidos por otros, no habituales, no familiares, pero que permitan dirigir la actividad de los mecanismos por un camino diferente, nuevo,  en el que ya no aparezca ese mal “uso”. Que nos permitan cambiar.

La segunda opción es, obviamente, lo que la Técnica Alexander nos propone.

Son dos formas diferentes de operar que pueden manifestarse en el terreno de lo específico  de una actividad concreta, pero también dos principios generales que suelen gobernar el comportamiento y la actitud de las personas.

En el caso concreto de Alexander, su deseo de alcanzar el fin de recitar activaba su “uso” habitual que traía consigo un agarrotamiento general que perturbaba negativamente el funcionamiento de su aparato vocal. Se hizo necesario olvidarse, al menos momentáneamente, del  fin, y atender a los medios, a la necesidad de inhibir esos mensajes que desencadenaban el uso habitual, y dirigir el comportamiento de sus mecanismos corporales por caminos nuevos, diferentes, que permitieran alcanzar el fin de manera satisfactoria.

Eso fue lo que Él hizo, pero en términos generales, la actitud de ir directamente a por la consecución de fines, sin detenerse a considerar cuáles serían los mejores medios para alcanzarlos, es algo que parece estar bastante extendido en el mundo en que vivimos. Alexander llega a sustantivar la expresión y habla del “Conseguidor de Fines” para referirse a ese tipo de persona que va, precipitadamente, a por el fin , cueste lo que cueste y caiga quien caiga.

Lo contrario sería la actitud del que sabe esperar, darse tiempo para tomar en consideración todos los factores que intervienen en la situación, y hacer elecciones razonadas antes de actuar.

El apresurado mundo en  que vivimos, en el que se toman píldoras para eliminar los síntomas, pero sin atacar las causas de la enfermedad, y en el que se combate el estrés sudando la camiseta en el gimnasio sin prestar la menor atención a los malos hábitos que podamos estar alimentando, reforzando, afianzando, en el camino, no parece ser un terreno particularmente abonado para cultivar el principio de “Los Medios por los Cuales”.

 

La importancia de parar es uno de los aspectos de este trabajo que siempre me ha cautivado. Parar y pensar. De eso es de lo que trata la Técnica Alexander.

También hay quien lo ha descrito como un viaje de lo conocido a lo desconocido. Y es cierto que, de entrada, desconocemos cómo será eso de operar satisfactoriamente, qué tipo de sensaciones nos proporcionará, poco familiares desde luego, extrañas, tal vez incómodas, lo desconocemos. Lo que sí sabemos es que para hacer posible ese mundo nuevo, desconocido, tenemos que empezar por poner el foco en evitar lo conocido, renunciar a los patrones habituales, seguramente familiares y cómodos. Todo un ejercicio de “Desapego”

Este es el  tipo de cosas que, entiendo, debieron fascinar intelectualmente a escritores y filósofos como John Dewey y Aldous Huxley que tuvieron contacto con la Técnica, hicieron clases con el mismísimo F. M. Alexander, rescataron enormes beneficios de ello, y se convirtieron en importantes defensores y promotores de la misma.

En el caso de Huxley confluyen en él su interés por el tema de Los Fines y los Medios con el conocimiento de la Técnica y la aplicación que en ella tiene. Llegó a escribir un libro que se titula precisamente así  “El Fin y los Medios”  en el que hace algunas referencias a la Técnica.

Es un libro filosófico que trata de la naturaleza de la sociedad. Habla de los ideales de Libertad, Paz, Justicia, Amor Fraterno (fines) y los métodos a emplear para su realización (medios). Entre esos métodos figura obviamente el de la educación.

Al final del capítulo XII, el dedicado a la educación, encontramos el siguiente párrafo:

“Hasta donde alcanzan mis conocimientos, el único sistema de cultura física que reúne todas estas condiciones es el que Mr. F. M. Alexander ha desarrollado…  estoy seguro, por lo que resulta de mi propia experiencia y observación personal, de que proporciona todo lo que pretendemos que proporcione un sistema de educación física: alivio del esfuerzo provocado por los desajustes, y consecuente mejoría de la salud física y mental; una mayor conciencia de los procedimientos físicos que se emplean para lograr los fines que la voluntad se propone, y simultáneamente una elevación general del conocimiento en todos los planos; una técnica de la facultad inhibitoria, que obra en el plano de lo físico impidiendo que el cuerpo vuelva a caer, bajo la influencia de un insaciable deseo de alcanzar sus fines, en sus hábitos de mala coordinación; y que obra –por una especie de analogía orgánica- inhibiendo respectivamente en el plano emotivo y en el intelectual, los impulsos inconvenientes y las ideas inoportunas. No le podemos pedir más a ningún sistema de educación física; ni podemos pedirle menos, si queremos realmente cambiar al ser humano en sentido conveniente.”

 

 

 

Pepe Castillo       Agosto  2022 

 

 

 

Referencias bibliográficas:

F.M. Alexander             “The Universal Constant in Living”           Mouritz, 2000

Aldous Huxley               “El Fin y los Medios”                                    Hermes, 1955